viernes, 19 de noviembre de 2010

Frío, lluvia y sol... todo por ella

Los días se convierten en semanas, éstas en meses y los meses nos llevan a los años... Ni el frio, ni el calor; ni la lluvia, ni la nieve puede disuadir cuando ella es lo que más deseas. Ella por encima de todo. Ella no responde a ningún nombre de mujer, no es nadie del pasado. Ella es justicia.  

Puede que nunca la hayamos echado de menos, puede que no pensemos en su importancia. Sin embargo, hoy un día te levantas y ves lo injusto que pueden ser aquellos que en su nombre actúan. Entonces, luchas y luchas, no obtienes respuestas. Los culpables son tratados con absoluta benevolencia y las víctimas han de pagar. La impotencia de no poder hacer nada, de no ser escuchado, de la lentitud... 

Pasan meses, días y años. Las palabras no sirven de nada,  se desvanecen. Promesas incumplidas, falsos apoyos... Un arduo trabajo. Consecuencias invisibles que tras días, meses y años van definiéndose. Nada es definitivo, pero es un comienzo. 

Muchos luchan porque se haga justicia. Unos lo consiguen, otros no. Tras el frío, la lluvia y el sol, la familia de Meño ha conseguido que el Supremo anule la sentencia anterior, para celebrar un nuevo juicio. Tras 522 días de lucha, han obtenido la recompensa de tocar con la yema de sus dedos algo que se empieza a asemejar a ella. Una negligencia médica  supuso que su hijo lleve 21 años en estado vegetativo, y a su vez otros tantos de llamar a puertas que no se abrían. 

Finalmente, han conseguido que una de ellas sea abierta... Mañana cuando pase por Jacinto Benavente, ya no estarán allí. Para muchos que transitan esa plaza, recordarán a los Meño, como aquella familia que no consintió perder la batalla. 




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